La importancia de la inclusión laboral

Un 10,2 por ciento de la población argentina tiene algún tipo de discapacidad, de acuerdo con un estudio hecho a nivel nacional por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INDEC, en el año 2018. 

En 1 de cada 4 hogares de las localidades de 5.000 habitantes o más hay al menos una persona con algún tipo de dificultad, entre ellas, la intelectual. 

A nivel mundial, más de mil millones de personas viven con alguna forma de discapacidad, un fenómeno complejo que refleja la interacción que se da entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive.

La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce el derecho al trabajo, prohíbe toda forma de discriminación, obliga a proteger los derechos de las personas con discapacidad en igualdad de condiciones, asegura que las personas con discapacidad puedan ejercer sus derechos laborales y sindicales y permite que tengan acceso efectivo a programas generales de orientación técnica y vocacional, alentando las oportunidades de empleo.

Inclusión laboral en Argentina

En este sentido, en la Argentina hay una red de asociaciones e instituciones que promueven las iniciativas de inclusión laboral y, con ellas, interactúan empresas entre cuyos valores la inclusión es importante. 

Una de esas organizaciones es la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina, ASDRA, que busca “facilitar una mejor calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual, a través de su participación en un empleo en el mercado laboral abierto y competitivo”.

“Las personas con discapacidad intelectual, como por ejemplo quienes tienen síndrome de Down, son diferentes entre sí, como cualquier persona. La discapacidad hace que les tome algún tiempo más que a la mayoría aprender una tarea”, aclaran en ASDRA.

De acuerdo con la American Association on Intellectual and Developmental Disabilities, AAIDD, la intelectual “es una discapacidad caracterizada por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa que se manifiesta en habilidades adaptativas conceptuales, sociales, y prácticas”. Es decir, implica una limitación en las habilidades que la persona aprende para funcionar en su vida diaria y que le permiten responder en distintas situaciones y en contextos diferentes.

El modo en el que la persona funciona y se adapta en la vida laboral depende tanto de la persona como de las barreras u obstáculos que le ofrezca el entorno: entre más facilitador sea el ambiente, entre más inclusivo, mejor se expresará la persona con discapacidad intelectual. 

CAEME y sus socios promueven una red de inclusión laboral para personas con discapacidad intelectual, en coordinación con ASDRA, que brinda orientación, asesoramiento y capacitación, además de ayudar a encontrar personal con discapacidad con las habilidades requeridas en los diferentes puestos. Y los resultados son contundentes.

“Me llamaron para decirme que había quedado seleccionada y desde de ahí me cambió la vida por completo y me sentí muy feliz”, resume Beatriz, que se desempeña en AstraZeneca. 

“El primer día de trabajo, me acompañó una persona de recursos humanos y me enseñó las tareas básicas. Fue muy amable, muy agradable, cosa que me sorprendió porque yo tenía el preconcepto de que el ambiente iba a ser más hostil”, describe Andrés, que entró a trabajar en Sanofi Argentina. 

Camila, desde BMS Argentina, resume y hace un llamado: “Yo les diría que se animen a contratar a más gente o que prueben, porque es una experiencia súper linda y, la verdad, vale la pena”.