Plasma convaleciente, un tratamiento que se está probando contra el Covid-19
Es el componente líquido de la sangre. Se obtiene de personas que estuvieron infectadas con el coronavirus y se recuperaron. Cómo es el procedimiento y quién puede donar.
Como tratamiento contra la enfermedad respiratoria aguda Covid-19 causada por el coronavirus pandémico, el uso de plasma convaleciente se está aplicando como tratamiento compasivo en el caso de pacientes que están en un estadío muy grave o como parte de protocolos de ensayos clínicos en enfermos con diferentes características.
Hay grupos de médicos y científicos que lo aplican en el inicio de síntomas, mientras que otros recurren a él cuando detectan signos de agravamiento, cuando una persona tiene una serie de enfermedades preexistentes que pueden complicar la evolución, o ante agravamientos muy agudos.
El plasma convaleciente es el componente líquido de la sangre recolectado de las personas que estuvieron infectadas por el coronavirus. Una vez superada la enfermedad, el organismo de esa persona tiene anticuerpos que permanecen en la sangre durante un cierto período de tiempo.
Infundir ese plasma en personas enfermas se conoce como ‘terapia de anticuerpos pasivos’, dado que una persona recibe anticuerpos externos en lugar de generar una respuesta inmune por sí misma.
El plasma convaleciente se colecta mediante la aféresis, un procedimiento similar al de la donación de sangre pero que utiliza un equipo estéril y descartable denominado “separador celular”, mediante el cual se separan los componentes sanguíneos. Los especialistas extraen solo el plasma y reinfunden al donante los componentes restantes de la sangre. La donación de plasma por aféresis permite a la persona hacer hasta 24 donaciones y además permite obtener un mayor volumen que el colectado mediante la donación de sangre entera.
¿Quiénes pueden donar plasma? Los individuos que ya hayan cursando la Covid-19 y estén recuperados. Para esto tienen que haber transcurrido 14 días desde la desaparición del cuadro clínico, y haber obtenido dos resultados negativos en tests RT- PCR (reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa).
Pero, además, quienes donen plasma convaleciente para estos ensayos tienen que poseer determinadas características y cumplir con ciertos requisitos.
En este sentido, el plasma es analizado para comprobar si posee anticuerpos específicos contra el coronavirus SARS-CoV-2, y en cantidad suficiente como para hacer efecto. Los especialistas también tienen que hacer una prueba de neutralización, para corroborar que esos anticuerpos permiten bloquear el virus.
Los tratamientos de plasma convaleciente se remontan a la década de 1890. Antes del advenimiento de la terapia antimicrobiana en la década de 1940, era el único medio de tratar muchas enfermedades infecciosas, como poliomielitis, sarampión, paperas e influenza.
En 1971, el médico e investigador argentino Julio Maiztegui demostró que la mortalidad por la fiebre hemorrágica argentina se reducía de un 30% a un 3% si los pacientes eran tratados con el plasma de personas que habían padecido la enfermedad, antes del octavo día de haber contraído el mal.
Pero también ha habido experiencia de uso de plasma convaleciente en brotes anteriores con otros coronavirus. En el caso del SARS, en el 2002, los estudios muestran que el plasma convaleciente contiene anticuerpos neutralizantes contra el virus. Y también se empleó en la epidemia de ébola africana del año 2013.
Un pequeño estudio no aleatorio en Sierra Leona reveló un aumento significativo en la supervivencia entre los tratados con sangre completa de convalecientes, en comparación con los que recibieron el tratamiento estándar.
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Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.