¿Qué se sabe de los síntomas del COVID-19 y el rol de los asintomáticos?
Fiebre alta, tos y dificultad para respirar son las primeras manifestaciones identificadas al comienzo de la pandemia, y siguen siendo las principales para detectar la enfermedad. Aún la ciencia está investigando todas las formas en las que afecta el nuevo coronavirus y cómo contagian los pacientes asintomáticos.
Cada día, los especialistas logran conocer un poco más sobre la COVID-19, la enfermedad que provoca el virus SARS-CoV-2 y que, a poco más de seis meses del primer caso detectado en Wuhan, China, epicentro de la pandemia, ya ha infectado a cerca de 15 millones de personas y causado la muerte de más de 600 mil en todo el mundo.
La dinámica de circulación del nuevo coronavirus fue cambiando con la finalidad de replicarse en las células de la nariz, la garganta y la laringe, lo que se denomina aparato respiratorio superior. Esto sucede en los primeros días desde el comienzo de la enfermedad. Si las defensas del organismo se encuentran bajas, el virus ingresa al aparato respiratorio inferior y afecta a la tráquea, los bronquios y los alvéolos pulmonares, con la posibilidad de provocar una neumonía bilateral.
Los síntomas pueden aparecer entre los 2 y los 14 días de la infección, según la información brindada por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). Y esta característica es la base para el aislamiento por 14 días de casos sospechosos que se practica en numerosos países del mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad afecta de distintas maneras a cada persona, aunque la mayoría (alrededor del 80%) de los que se contagian presenta síntomas de intensidad leve o moderada y se recupera sin necesidad de hospitalización, mientras que alrededor de 1 de cada 5 personas presenta un cuadro grave y experimenta dificultades para respirar.
Recientemente, un informe realizado por los CDC indica que los pacientes que participaron de la investigación compartieron al menos uno de estos tres síntomas: fiebre, tos y falta de aire. Casi todos los pacientes, el 96%, habían tenido fiebre, tos o falta de aire y alrededor del 45% experimentó los tres. La tos fue el síntoma más común (84%), seguido por la fiebre (80%) y la falta de aire se asoció más comúnmente con personas que fueron hospitalizadas.
Síntomas habituales y menos frecuentes
La OMS describe actualmente en su sitio web un total de 12 síntomas de esta enfermedad, que divide en dos: los más habituales y los menos frecuentes.
Los más habituales son: fiebre, tos seca y cansancio, síntomas que son similares a los de una gripe. Pero algunos pacientes pueden presentar otras señales menos frecuentes: dolores musculares, congestión nasal, dolor de cabeza, conjuntivitis, dolor de garganta, diarrea, pérdida del gusto (ageusia) o el olfato (anosmia) y erupciones cutáneas o cambios de color en los dedos de las manos o los pies. Estos síntomas suelen ser leves y comienzan gradualmente, explican los especialistas de la OMS.
En abril, un grupo de científicos de 43 países inició un proyecto para averiguar si la pérdida del olfato y/o del gusto estaba asociada a la COVID-19 y con qué frecuencia. El macroestudio realizado por el Consorcio Global de Investigadores Quimiosensoriales (GCCR, por sus siglas en inglés) y liderado por la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos, lo confirmó. Comenzó analizando más de 4 mil encuestas, traducidas a una treintena de idiomas, de pacientes de diversos países que cursaron la enfermedad. Actualmente el trabajo sigue abierto y reúne cerca de 40 mil encuestas.
Otro síntoma que los especialistas comenzaron a estudiar en abril es la hinchazón de los dedos de los pies, lo que se conoce como “dedos de Covid”, y en ocasiones también de las manos. La Academia Estadounidense de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés) inició una campaña para rastrear los efectos dermatológicos que los pacientes con COVID-19 están experimentando. Son lesiones en los dedos de los pies o las manos que se asemejan a la congelación.
De acuerdo con los registros que está llevando la AAD, los síntomas de la piel que se han detectado son las hinchazones y enrojecimientos en los pies y erupciones vesiculares o ampollas. Son manifestaciones particularmente inusuales, porque a menudo aparecen después de que otros síntomas de la enfermedad han disminuido. Además, son más frecuentes en pacientes con síntomas más leves o sin síntomas.
Sarpullidos en la boca, mareos y hasta delirios
Como la COVID-19 es una patología en evolución, la ciencia ha ido hallando nuevos factores sintomáticos que dan cuenta de cómo actúa el coronavirus en el cuerpo humano.
A pesar de que casi desde el principio de la pandemia por coronavirus los sarpullidos cutáneos se vincularon con la enfermedad, médicos de España reportaron recientemente que, en ciertos casos, esos sarpullidos también suceden en el interior de la boca. Sin embargo, aún se desconoce qué tan común pueda llegar a ser en los pacientes.
Según el estudio español, publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA, por sus siglas en inglés) el pasado 15 de julio, se identificó el síntoma en un 29% de las personas que formaron parte del estudio, pero por la naturaleza de la transmisión de la enfermedad y por problemas de seguridad, a muchos pacientes con sospecha o diagnóstico confirmado de COVID-19 no se les examina la cavidad oral.
Este tipo de erupción se conoce como enantema. El equipo médico, que reúne a 10 especialistas del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, explicó que se trata de un sarpullido en las membranas mucosas, muy común en pacientes con enfermedades virales, como la varicela o el sarampión. Y especificó, además, que el tiempo medio entre el inicio del cuadro sintomático de la enfermedad y la aparición de lesiones mucocutáneas es de más de 12 días.
En algunos casos, los síntomas que se presentan son similares a un cuadro gripal, mientras que en ocasiones la COVID-19 se presenta como un resfrío. Y si bien los médicos aún no están enteramente seguros de cómo el virus afecta al sistema nervioso central, señalan que se han reportado algunos casos de pacientes con manifestaciones clínicas como mareos, náuseas y hasta delirios.
Qué se sabe sobre los asintomáticos
Los pacientes que no presentan síntomas de COVID-19 son un verdadero desafío: es difícil identificarlos, pero pueden ser potenciales transmisores del virus. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó en conferencia de prensa el 10 de junio pasado que, desde principios de febrero, han advertido que las personas asintomáticas podrían contagiar el SARS-CoV-2 a los demás, pero advirtió que se necesitan más investigaciones para poder conocer en qué medida se produce esta transmisión.
Una persona asintomática está infectada con el nuevo coronavirus, pero no tiene ninguno de los síntomas de la COVID-19. Sí existe hoy evidencia sobre contagios de personas oligosintomáticas, que tienen muy pocos síntomas, y pre-sintomáticas, personas que están infectadas y desarrollarán síntomas en los próximos días, pero todavía no los tienen.
El problema de las personas pre-sintomáticas es que los días previos a tener síntomas son estrictamente asintomáticas, es decir, no tienen ningún indicio de que estén contagiadas y de que puedan transmitir el virus. Los especialistas advierten que es muy difícil saber en ese momento quién desarrollará luego los síntomas y, por lo tanto, quién puede estar contagiado y quién nunca los tendrá.
Si bien los estudios continúan en todo el mundo, los expertos de la OMS han precisado que una persona con el virus de la COVID, pero sin síntomas, puede transmitir la infección a otras personas en situaciones en que expulsa aire con fuerza, como al realizar actividad física en gimnasios, cantar en coros o hablar fuerte en lugares ruidosos, como un salón de fiestas, un recital o una discoteca.
En el caso de quienes ya tienen síntomas, la tos y el estornudo facilitan que grandes cantidades de virus salgan despedidas y puedan infectar a otras personas. En el caso de quienes aún no tienen síntomas, la posibilidad de contagio aumenta en cualquier situación en la que se expulse aire bajo presión.
Se desconoce con exactitud qué porcentaje de personas que contraen la infección no presentará síntomas: las estimaciones oscilan desde el 6% hasta el 41% de los casos, según diferentes estudios. Se desconoce también cuántas de estas personas asintomáticas pueden transmitir la infección y qué proporción de todos los contagios provienen de personas asintomáticas o presintomáticas.
Por eso ante la pregunta de cómo podemos protegernos a nosotros mismos y a los demás si no sabemos quién está infectado, la OMS responde en su sitio web arrojando luz sobre la base de las medidas que se han adoptado en numerosos países para contener la pandemia: el lavado de manos frecuente con agua y jabón o uso de alcohol en gel, la práctica de higiene respiratoria (cubrirse la nariz y la boca con el pliegue interno del codo o usar pañuelos descartables al toser o estornudar y desecharlos rápidamente), el uso de barbijos o tapabocas (elemento de tela reutilizable que debe cubrir por completo la nariz, boca y mentón) y mantener el distanciamiento social de al menos dos metros de distancia con las demás personas.
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud (OMS); Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés); Revista de la Asociación Médica Americana (JAMA, por sus siglas en inglés); Consorcio Global de Investigadores Quimiosensoriales (GCCR, por sus siglas en inglés); Academia Estadounidense de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés).
Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.