Hepatitis Virales
Las más conocidas son las hepatitis A, B y C. Aunque no contamos con estadísticas propias, expertos estiman que podría haber varios cientos de miles de argentinos con algún tipo de hepatitis y son condiciones que ponen en riesgo el hígado y pueden desencadenar cirrosis, cáncer hepático y cuadros agudos que requieran trasplante.
Los tres tipos de hepatitis virales mencionados son diferentes, alguno se presenta con y otros sin síntomas; se previenen y se tratan de manera diferente, pero en todos los casos consiste en una inflamación del hígado, originada por un virus, potencialmente crónica y grave para la salud.
Es importante conocer estas enfermedades, tomar las medidas para prevenirlas y hacer lo que sea necesario para tratarlas a tiempo.
La hepatitis A es la enfermedad que en el pasado hacía faltar el niño a la escuela alrededor de un mes y que lo hacía ‘ponerse amarillo’. Se manifiesta con náuseas, vómitos, fiebre, cansancio, dolor en el hígado.
Se encuentra prácticamente eliminada de nuestro país, desde la incorporación de su vacuna en el calendario nacional de inmunización. Además, Argentina implementó un esquema de dosis diferencial que luego fue reconocido a nivel mundial. Hace varios años que no hay en nuestro país trasplantes de hígado por hepatitis A fulminante, lo que representa un gran avance.
Más allá de esta realidad optimista, en 2018 la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado, la asociación médica que nuclea a los hepatólogos, alertó sobre la aparición de nuevos casos de hepatitis A, muy probablemente asociados a índices de vacunación subóptimos, por lo que es muy importante completar el calendario obligatorio de inmunizaciones para evitar la circulación de virus como éste. Hoy sabemos que existen vacunas para todas las etapas de la vida, no es sólo “un tema de niños”.
Para prevenir el contagio de la hepatitis A, además de la vacunación, es importante el lavado de manos frecuente, porque se transmite vía fecal-oral, alimentos y/o agua contaminada y el contacto directo con alguien infectado.
La hepatitis B se transmite al entrar contacto con sangre contaminada o a través de relaciones sexuales sin protección. Comparte las mismas vías de transmisión que el VIH y, de hecho, es frecuente la co-infección con ambos virus. La hepatitis B tampoco da síntomas durante muchos años, por lo que es importante realizarse un análisis de sangre para sospechar la presencia del virus, aunque uno no crea haberse expuesto a situaciones de riesgo.
Al igual que con la hepatitis A, existe una vacuna preventiva que integra el calendario obligatorio de inmunizaciones y debe darse en tres dosis. Si alguien no se vacunó o no completó las tres dosis, debe hablar sobre el tema con su médico de confianza y vacunarse.
Quienes ya tienen el virus pueden tratarse y cronificarla, frenando o demorando su avance. Hasta ahora, no se ha logrado desarrollar tratamientos curativos.
Tanto para la hepatitis A como para la hepatitis B existen vacunas, incluidas en el calendario nacional de vacunación. Para el virus de la hepatitis C (VHC) no hay inmunización disponible, pero sí medidas de prevención que pueden adoptarse. Estas son:
- No compartir elementos de higiene personal tales como cepillos de dientes o afeitadoras, tampoco jeringas o elementos cortopunzantes de otro tipo.
- Asegurarse de la utilización de materiales descartables o esterilizados al realizarse tatuajes, piercings o implantes o tratamientos de belleza.
- Usar preservativo en las relaciones sexuales
El caso de la hepatitis C tiene dos rasgos diferenciales. Por un lado, no tiene vacuna que prevenga el contagio. Por otro lado, cuenta con medicamentos de última generación que curan a más del 95 por ciento de los pacientes. Consisten en comprimidos (pastillas) que se administran durante unas pocas semanas (8 a 12). Hasta hace poco tiempo sólo existían tratamientos con efectos similares a los de la quimioterapia y que lograban curas en porcentajes mucho más modestos.
Afortunadamente, quienes hoy en día reciben la noticia de ser portadores de este virus, pueden tener la certeza de que se podrán curar. Una de las dificultades para lograr el diagnóstico es que la enfermedad no da síntomas hasta llegar a estadíos avanzados. De hecho, se estima que en la Argentina hay 400.000 personas con Hepatitis C, pero el 80% de los portadores del virus desconocen dicha situación. Por eso es importante hacerse el test y detectar la enfermedad antes de que avance, ya que el daño que vaya ocasionando sobre el hígado es difícil de revertir. Pero si uno se cura antes de que el compromiso sea significativo, muy probablemente podrá llevar una vida normal y evitar complicaciones severas como cirrosis, falla hepática, cáncer de hígado y requerir un trasplante.
Pocas veces en la historia de la medicina moderna hubo avances tan paradigmáticos. Esta es una enfermedad frecuente, potencialmente grave, pero que puede curarse, a diferencia de muchas otras que sólo se pueden controlar o demorar su desarrollo.
Para saber si se porta el virus, se debe pedir al médico que le indique un testeo sencillo, que es un análisis de sangre gratuito y rápido, pero que no suele estar dentro de los chequeos habituales.
Esta enfermedad se puede curar, por lo que los hepatólogos recomiendan a toda la comunidad realizarse al menos una vez en la vida ese testeo, sobre todo a los mayores de 35 años, porque cuando el virus no se conocía (antes de 1992) y no se tomaban las medidas de esterilización de instrumental médico, odontológico, etc., todos pudimos haber estado expuestos al virus.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2022 se estimó que 254 millones de personas vivieron con hepatitis B y 50 millones de personas vivieron con hepatitis C en todo el mundo, y cada día 6000 personas se infectaron con hepatitis viral. Muchas personas permanecen sin diagnóstico, y aun cuando se diagnostica la hepatitis, el número de personas que reciben tratamiento sigue siendo increíblemente bajo.
La OMS propuso a los países trabajar para eliminar este virus para 2030. Es un objetivo ambicioso, pero se está trabajando en esa línea.
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud, Fundación Huésped, Hospital Universitario Austral, Centros para el Control de las Enfermedades de EE.UU., Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado
Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.