Historias para recordar: los antibióticos
Los antibióticos son una de las más grandes innovaciones en la medicina del siglo XX. Es importante que, para evitar la resistencia a estos fármacos, sean utilizados únicamente bajo prescripción médica.
Los antibióticos se desarrollaron por la necesidad de controlar las infecciones causadas por bacterias. Su descubrimiento y uso es uno de los principales responsables -junto a la implementación de las políticas de salubridad y las vacunas- de la notable disminución de la morbilidad y mortalidad de las enfermedades infecciosas durante el siglo XX.
Se han utilizado durante milenios para tratar infecciones. Algunas de las civilizaciones más antiguas utilizaron varios mohos y extractos de plantas para tratar infecciones: los antiguos egipcios, por ejemplo, aplicaban pan mohoso a las heridas infectadas.
Históricamente, al hablar de los antibióticos se destacan fechas importantes: en 1670, el comerciante holandés Antón van Leeuwenhoeck descubrió la vida microscópica. Louis Pasteur en 1859 relacionó el germen con la enfermedad y, en 1928, Alexander Fleming descubrió la penicilina, iniciándose así la era moderna de los antimicrobianos.
El primer antibiótico
A principios del siglo XX, el médico alemán Paul Ehrlich sintetizó un compuesto químico llamado arsfenamina, efectivo para el tratamiento de la sífilis, enfermedad venérea de origen bacteriano. Y en 1910 se comenzó a comercializar con el nombre de salvarsán: fue el primer antibiótico diseñado como tal. A estas sustancias, Ehrlich las llamó “balas mágicas” porque atacan a los microorganismos invasores, causando poco daño al cuerpo.
En 1928, el médico y científico británico Alexander Fleming encontró que la sustancia que producían ciertos hongos, de nombre científico Penicillium notatum, tenía el efecto de destruir cultivos microbianos. Así surgió la penicilina: el primer antibiótico obtenido de una fuente natural.
La palabra “antibiótico” (“anti”: contrario y “bio”: de la vida, de los seres vivos) fue utilizada por primera vez en 1941 por el inventor y microbiólogo ucraniano-estadounidense Selman Waksman, quien a lo largo de su vida descubrió más de 20 antibióticos. El término antibiótico hace referencia, entonces, a la sustancia que tiene la capacidad de eliminar o de interrumpir el crecimiento y la proliferación de diversos microorganismos patógenos.
La primera producción en masa
Después de los primeros ensayos en el tratamiento de heridas humanas, las colaboraciones con compañías farmacéuticas británicas aseguraron que la producción masiva de penicilina fuera posible. Tras un incendio en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, en el que murieron casi 500 personas, muchos sobrevivientes recibieron injertos de piel susceptibles de infección por Staphylococcus. El tratamiento con penicilina fue un gran éxito y el gobierno estadounidense comenzó a apoyar la producción en masa de la droga.
En 1944, la penicilina se usaba ampliamente para tratar las infecciones de las tropas tanto en el campo como en los hospitales de toda Europa. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la penicilina fue apodada “la droga maravillosa” y había salvado muchas vidas.
Corrían los años cuarenta y la revolución de los antibióticos había comenzado. Los científicos de Oxford jugaron un papel decisivo en el desarrollo del proceso de producción en masa, el bioquímico alemán Ernst Chain y el patólogo australiano Howard Florey compartieron el Premio Nobel de Medicina de 1945 con Alexander Fleming por su papel en la creación del primer antibiótico producido en masa.
Problemas con los antibióticos
La resistencia antimicrobiana (RAM) está poniendo en riesgo los grandes logros de la medicina moderna y es una de las amenazas más severas que enfrenta hoy la salud pública a nivel mundial. Consiste en la capacidad de los microorganismos de sobrevivir en presencia de sustancias nocivas para su desarrollo, es decir, los medicamentos antimicrobianos.
Este es un problema que surgió poco después de la introducción de la penicilina y ahora amenaza la utilidad de este importante medicamento. Desde entonces, este problema de la resistencia fue creciendo e involucrando a otras bacterias y antibióticos. De forma creciente, se ha vuelto más difícil tratar algunas infecciones graves, forzando a los médicos a recetar un segundo o incluso tercer antibiótico cuando el primer tratamiento no funciona.
El uso inadecuado de los antibióticos es uno de los grandes causantes de este problema. Por eso, estos medicamentos deben ser utilizados sólo bajo prescripción médica y es importante acudir al especialista en caso de que la condición no mejore. El tratamiento con antibióticos debe además cumplirse en la duración y las dosis indicadas por el médico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los médicos los prescriban sólo cuando sea necesario y que informen a los pacientes sobre su debido uso, y que el propio personal de salud contribuya a evitar las infecciones cuidando la limpieza de sus manos, el instrumental y el entorno.
Fuentes:
Fuentes: Microbiology Society, Organización Mundial de la Salud (OMS).
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