Presión arterial: ¿cuándo es normal y cuándo es hipertensión?
La hipertensión arterial puede generar severas consecuencias: es el principal factor de riesgo para desarrollar un infarto, accidente cerebrovascular, otro evento cardiovascular y muerte prematura. En Argentina, el 46,6% de los adultos es hipertenso, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2019). El control de la presión arterial es clave, pero, ¿cuándo se considera normal y cuándo es un tema de preocupación?
Presión e hipertensión
La presión arterial se determina por la cantidad de sangre que bombea el corazón y la resistencia al flujo de sangre en las arterias. Cuanto más estrechas sean las arterias, mayor va a ser la presión arterial. La presión se mide en milímetros de mercurio y se tiene en cuenta dos índices:
- Presión arterial sistólica (PAS). Es el primer valor y más alto, que mide la presión en las arterias al latir el corazón.
- Presión arterial diastólica (PAD). Es el segundo valor y más bajo, que mide la presión en las arterias entre los latidos.
El valor de la presión arterial hace referencia a ambos valores: siempre en primer lugar la máxima y, en segundo lugar, la mínima. Ambos números son relevantes, aunque por lo general se le presta mayor atención a la presión sistólica como factor de riesgo en los mayores de 50 años, ya que en la mayoría de las personas la presión sistólica aumenta con la edad.
La presión arterial es variable e incide, por ejemplo, si la persona realizó un esfuerzo o ante una emoción fuerte. También suele ser más elevada al despertarse. Y los hombres suelen tener presión arterial más alta que las mujeres, hasta que en la menopausia los valores en las mujeres tienden a subir y a superar a la del hombre de igual edad.
La hipertensión arterial, en tanto, es una enfermedad crónica y suele nombrársela como un enemigo silencioso, porque al no dar síntomas muchos hipertensos no saben que la tienen. Se define por la presión arterial persistente igual o por encima de los 140 mm Hg de máxima y/o de los 90 mm Hg de mínima. O, como suele decirse comúnmente, 14/9.
Cómo leer los resultados
Según la Asociación Americana del Corazón, la presión arterial se divide en cinco categorías, a las que podrían asignárseles colores como en un semáforo.
- Normal. Sería el “verde”, una presión arterial inferior a 120/80 mm Hg. En este caso, los valores son normales y se recomienda seguir con hábitos saludables para evitar que suban.
- Elevada. El semáforo ya está en “amarillo”: entre 120 y 129 mm Hg de máxima y menos de 80 mm Hg de mínima. Hay que tomar medidas para evitar que se desarrolle la enfermedad.
- Hipertensión fase 1. El semáforo está en un amarillo más intenso. La presión máxima varía entre 130 y 139 mm Hg y la mínima entre 80 y 89 mm Hg. Probablemente el médico recomiende medicación y cambios en el estilo de vida.
- Hipertensión fase 2. Con una presión regular entre los 140 de máxima y 90 de mínima (o por encima de estos valores), el semáforo entró en naranja y al paciente le indicarán medicamentos y también modificar conductas.
- Crisis de hipertensión. El semáforo rojo indica una emergencia que requiere atención médica inmediata. La crisis hipertensiva ocurre cuando de repente los valores superan los 180 mm Hg de máxima y/o los 120 mm Hg de mínima.
Causas y prevención
El control periódico de la presión arterial es fundamental para detectar a tiempo y tratar la hipertensión. A partir de los 18 años, se recomienda controlarla al menos cada dos años. Desde los 40, o antes de esa edad si hay factores de riesgo, el control debe realizarse anualmente. Incluso a los niños se les mide la presión arterial para prevenir la hipertensión infantil.
La hipertensión no puede curarse, pero sí controlarse con medicamentos y otras conductas. Sólo en el 5% de los casos tiene una causa conocida, como una enfermedad renal o tiroidea. En el resto, es multicausal e influyen la herencia, tener condiciones preexistentes como la diabetes, y el estilo de vida.
Por eso, la hipertensión puede prevenirse adoptando un estilo de vida saludable, con estas recomendaciones que también ayudan a controlarla una vez diagnosticada:
- Evitar el sobrepeso.
- Reducir la ingesta de alimentos ricos en sodio. Limitar al máximo el consumo de fiambres, embutidos y alimentos procesados.
- Eliminar la sal de mesa y limitar el agregado durante la preparación de las comidas.
- Reducir el consumo de alcohol.
- Consumir frutas y verduras frescas.
- Realizar actividad física aeróbica al menos 30 minutos la mayor cantidad de días posibles de la semana.
- No fumar.
Fuentes:
Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2019, Ministerio de Salud de la Nación, Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial, Mayo Clinic, Asociación Americana del Corazón
Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.