Resistencia antimicrobiana: por qué los nuevos antibióticos no son suficientes
Si bien la industria trabaja en medicamentos innovadores, advierten que falta para que lleguen al mercado y que deben hacerse cambios para no minar su efectividad.
Desde el descubrimiento de la penicilina, los antibióticos han sido de los medicamentos que más vidas salvan en el mundo. Pero su eficacia se está viendo severamente afectada como consecuencia de la resistencia antimicrobiana. Y si bien la industria farmacéutica está investigando nuevos medicamentos para atacar a los agentes patógenos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en un reciente comunicado que no son suficientes y por eso remarcó que es necesario trabajar en todos los niveles para mitigar la farmacorresistencia.
En un nuevo informe, la agencia sanitaria de las Naciones Unidas detalló que hay 50 antibióticos y 10 biológicos en desarrollo, pero que aportan pocos beneficios con respecto a los tratamientos existentes. En cambio, los 252 agentes que están en etapa de desarrollo preclínico son más innovadores, pero el problema es que se encuentran en fases de investigación muy tempranas y que aún debe demostrarse su eficacia y seguridad para poder ser aprobados.
La ONU estimó que los primeros dos a cinco de estos antibióticos innovadores que podrían llegar al mercado estarían disponibles en unos 10 años. Vale recordar que el desarrollo de una molécula innovadora cuesta en promedio 2.500 millones de dólares y el proceso desde que un laboratorio empieza a investigarlo hasta que el medicamento está aprobado y disponible puede oscilar entre 10 y 15 años.
Causas y consecuencias de la farmacorresistencia
”Nunca ha sido tan inmediata la amenaza que representa la resistencia a los antimicrobianos ni más urgente la necesidad de soluciones”, dijo en el comunicado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. En 2017, el organismo había publicado una lista de agentes patógenos prioritarios compuesta por 12 clases de bacterias, más el bacilo de la tuberculosis, consideradas de riesgo porque desarrollaron resistencia a los fármacos existentes. Algunas de ellas son la Klebsiella pneumoniae y la Escherichia coli, que pueden producir infecciones graves y potencialmente mortales.
Ante este escenario, se vuelve imperiosa la necesidad de que todos los actores del sistema aúnen esfuerzos para ponerle freno al problema. Además, si no se producen cambios, los nuevos fármacos volverían a verse afectados por el mismo mecanismo de desarrollo de resistencia, que es un proceso natural de las bacterias, pero que en los últimos años se vio agravado principalmente por un uso incorrecto de los antibióticos.
“Los nuevos tratamientos no serán suficientes por sí solos para combatir la amenaza de la resistencia a los antimicrobianos. La OMS trabaja con los países y los asociados para mejorar la prevención y el control de las infecciones y fomentar el uso adecuado de los antibióticos actuales y futuros”, remarca el comunicado de la OMS
Además de los antibióticos, la farmacorresistencia es un problema complejo que alcanza también a los antivirales, antiparasitarios y fungicidas. Al hacerse los agentes patógenos más resistentes, hay consecuencias severas tanto a nivel individual como colectivo. Cuando una persona se enferma por una infección provocada por una bacteria resistente a los antibióticos, el tratamiento es más complejo y puede agravarse el cuadro clínico, se alarga la recuperación, puede haber secuelas y hay también un incremento de la mortalidad. Además, por implicar internaciones y tratamientos más largos y complejos, aumenta el costo de la atención sanitaria y se ve afectada la productividad por el mayor ausentismo laboral y escolar.
Qué se puede hacer
Tanto médicos como instituciones sanitarias, gobiernos y pacientes pueden tomar acciones para evitar la farmacorresistencia. Estas son las principales:
- Prescribir y utilizar los antibióticos solo cuando son necesarios. Estos medicamentos atacan a las bacterias y no a los virus, por eso deben indicarse solo en infecciones de origen bacteriano y no en las virales como la gripe, el resfrío o la bronquitis.
- No autoprescribirse. Utilizar los antibióticos en la dosis diaria recetada por el médico y completar el tratamiento incluso si mejoran los síntomas. Tampoco está recomendado utilizar medicamentos sobrantes ni que hayan sido indicados a otra persona, porque cada paciente y situación es diferente.
- Prevenir las infecciones. Para esto, hay que lavarse frecuente y correctamente las manos, cumplir las medidas de higiene al preparar alimentos, tener relaciones sexuales protegidas, evitar el contacto cercano con personas enfermas y mantener las vacunas al día.
- No administrar a las mascotas antibióticos sin indicación del veterinario y también con ellas cumplir con los esquemas prescritos.
- Los hospitales deben desarrollar programas de control de infecciones hospitalarias, y establecer, fomentar y monitorear prácticas dentro de la institución para supervisar el uso correcto de antimicrobianos.
- A nivel gubernamental, implementar políticas públicas para mejorar la prevención y vigilancia de las infecciones resistentes a los antibióticos.
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud, Organización Panamericana de la Salud, El Valor del Medicamento desde una Perspectiva Social
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