Resistencia antimicrobiana: ¿Qué pueden hacer los pacientes?
Al igual que ocurre con la vacunación, las actitudes individuales no sólo protegen a la persona sino a toda la comunidad frente a este grave problema de salud pública.
Los antibióticos son uno de los grandes desarrollos de la medicina y han salvado millones de vidas desde la aparición de la penicilina antes de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, su eficacia se está viendo gravemente disminuida por el fenómeno de la resistencia antimicrobiana. El mecanismo de adaptación lógico de las bacterias a los fármacos que las combaten se aceleró, justamente, por el mal uso de estos medicamentos.
La resistencia a los antimicrobianos es un problema de salud pública global, en el que los pacientes pueden y deben tomar una conducta proactiva para -al igual que ocurre con la vacunación- protegerse y para proteger también a toda la comunidad.
Causas y efectos de la resistencia antimicrobiana
Naturalmente, en los agentes patógenos se producen modificaciones en la respuesta al tratamiento para evitar que éste los elimine. Pero este proceso se está viendo acelerado por el empleo incorrecto de algunos fármacos, en especial de los antibióticos, tanto en la salud humana como animal.
Esto puede deberse a que se prescriben antibióticos en casos en que no son necesarios, a que no se utiliza el más indicado para la bacteria a tratar o a que la administración es incorrecta o se suspende antes de tiempo.
Las consecuencias de este problema son muy graves porque los antibióticos dejan de ser eficaces ante infecciones como las del aparato urinario, la neumonía y la tuberculosis, aumentando los riesgos de vida para el paciente, prolongando las internaciones y elevando por ende el costo sanitario y el laboral por ausentismo.
Virus y bacterias
Los antibióticos atacan a las bacterias, no a los virus. Por eso el resfrío, la gripe, la bronquitis, la mayoría de los casos de tos, la gastroenteritis viral y algunas infecciones de oído y senos paranasales no requieren antibióticos.
Tratar una infección viral con un antibiótico no hará que el paciente mejore ni evitará el contagio a otros. Como contrapartida, sí hará que las bacterias presentes en el cuerpo desarrollen estos mecanismos de adaptación que han llevado a la farmacoresistencia.
¿Qué podemos hacer?
La Organización Mundial de la Salud viene advirtiendo sobre este problema y llevando adelante estrategias para abordarlo, entre ellas la Semana Mundial de Concientización del Uso de los Antibióticos, que tiene lugar en noviembre.
En ella, se insta también a las personas a asumir un compromiso frente a la resistencia antimicrobiana. Estos son los puntos clave que hay que tener en cuenta:
- El paciente debe confiar en el criterio del médico y no presionarlo para que le prescriba antibióticos.
- Como en cualquier enfermedad, no autoprescribirse. Sólo tomar antibióticos si lo indicó el médico.
- Usar los antibióticos en la dosis diaria recetada por el médico.
- Completar todo el tratamiento, incluso si mejoran los síntomas. Su duración está estudiada para prolongarla el tiempo necesario para matar todas las bacterias.
- Prevenir las infecciones lavándose frecuentemente las manos, preparando los alimentos en condiciones higiénicas, evitando el contacto cercano con enfermos, adoptando medidas de protección en las relaciones sexuales y manteniendo las vacunaciones al día.
- Aplicar los mismos lineamientos con las mascotas y no administrarles antibióticos sin prescripción del veterinario.
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud, Mayo Clinic
Toda esta información tiene por objetivo contribuir a la concientización y al conocimiento por parte de la comunidad sobre diversos temas vinculados al cuidado de su salud. Sin embargo, bajo ningún punto de vista intenta reemplazar el diálogo médico-paciente, que es uno de los espacios más valiosos para conocer en profundidad sobre éste y muchos otros temas, preservar la salud como estado de bienestar general, prevenir el desarrollo de enfermedades, acceder al adecuado diagnóstico de determinados cuadros e iniciar el tratamiento que el profesional de la salud sugiera y consensue con el paciente.